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Osiris

Yo quiero ser emprendedor, como tú.

Hace algo así como un año, al finalizar una de mis charlas de monetización para el GDG Tarragona, alguien se acercó a mí y tras una corta conversación me dijo "yo quiero ser emprendedor, como tú".

Y ahí, como Mark Rents, me quedé con el culo torcío.

Primero, porque no pensé que yo fuera un emprendedor. Y segundo porque nunca pensé en ser ejemplo para nadie más que para mi hijo.

Y desde entonces, ando dándole vueltas cuando escucho eso de "emprendedor" por prensa, televisión...

 

Respecto a serlo, creo que sí, que podríamos decir que lo soy, pero no de vocación. Tenía un compañero de trabajo que quería emprender, y buscó un proyecto, y emprendió. Ese pensamiento nunca ha ido conmigo. Para mí, ser emprendedor ha sido una evolución lógica.

Yo ya tenía una idea, la desarrollé y como creció, pues no me quedó más que "emprender" con todas las consecuencias. No es algo que me disguste, pero tampoco que me guste. No voy alardeando por ahí, si acaso, sólo alardeo amargamente de la cantidad de impuestos que pago.

Y respecto a dar ejemplo... Pues no hace mucho recibí una píldora de sabiduría de David Bonilla que me hizo reflexionar. No recuerdo exactamente las palabras, pero venía a decir que lo de los demás no es siempre mejor que lo tuyo, y que tus propias experiencias también valen igual que las ajenas.

Así que, llegados a este punto, creo que voy a explicar mi historia y mis vivencias emprendedoras. Así que ahora viene un tostón personal, al loro:

 

Todo empezó hará unos tres años. Me picó el gusanillo de programar Android. Hace aún más años, ya había intentado algo en Java2ME para el extinto TSM-100. ¡Y ahora se podía programar en Java normal!

Desempolvé un poco mis conocimientos de Java de la universidad, me documenté y me puse a ello. Mi primera app después de mucho tiempo fue un clásico en las nuevas plataformas que pruebo, al igual que Kami: un generador aleatorio de insultos (o GADI). Yo me sentía orgulloso, pero nadie lo compartía ni lo entendía.

Después cayeron otras, Mourinho Droid, un juego del tió con AndEngine, un trivial...

Y ya por aquel entonces empezó la moda del Apalabrados. Todo el mundo enganchado, mi señora y yo incluidos. Ella es una crack, y me apalizaba constantemente, así que traté de hacer trampas por internet. Una web donde introduces las letras y te da resultados, y se me encendió la bombilla. ¿Y si lo porto a android?.

Ahí empezó todo fulgurantemente. Ahora llega lo interesante, lo demás era paja.

En un fin de semana tengo una versión preliminar de la app. No quería hacer un webservice remoto, porque no quería tener que invertir nada más que mi tiempo. Todo se haría en local, con la potencia del propio teléfono.

Desde la primera semana, el volumen de descargas fue alto, pero a partir de la segunda se convirtió en una forma exponencial.

Ahí lo ví, claro, había dado con la tecla correcta.

La tienda de google Play se actualizó, ahora al buscar cualquier cosa aparecían dos resultados. Si buscabas Apalabrados, aparecía el juego original y mi app para hacer trampas. Luego supe que eso es lo que se conseguía usando el SEO (un palabro raro al que aún ando dándole vueltas).

Mi éxito no pasó desapercibido, y empezaron a salir clones o apps muy similares a la mía. Yo aproveché para mejorar prestaciones y velocidad, de lo que siempre cojeaba mi app contra las otras que cedían la lógica a un servidor externo.

Ahora lo molón, voy a hablar de algo de lo que la gente no suele hablar. ¡Pasta! ¡cómo os va el morbo bribones!.

En seguida, los números de Admob se disparon, llegando a un pico máximo de 305 dólares al día. Que duró muy poco, no vayáis a pensar. Durante un tiempo rondaba los 130-140 dólares/día. Para luego, situarse sobre los 80-90. Los usuarios concurrentes en mi aplicación no solían bajar de 400, con picos por la noche de 900.

Pero aquel "éxito" tampoco pasó desapercibido por Admob. Un día me bloquearon la cuenta. Sin posibilidad de pataleo, sólo un mísero, frío y desolado formulario de interpelación en el que te advertían que podían no hacerle caso. Ni servía anuncios ni me pagarían lo que tenía en la cuenta.

En él volqué toda mi frustración, y durante las tres semanas que duró el bloqueo abandoné esperanzas de volver a ver ese dinero. Un día sin embargo me dijeron que era broma, que tampoco había hecho yo nada malo, y que tan amigos.

Google es asín.

Y continuó el tiempo. Pude dar la entrada de un coche donde dar cabida a todos los cachivaches de mi churumbel, pagaba religiosamente mis impuestos de autónomo y trataba de buscar la fórmula de la cocacola otra vez. Mientras seguía mejorando mi app y conseguí hacerla más veloz que las que se conectaban a internet para hacer el cálculo.

Luego Google decidió que podía ser más gracioso, y volvió a bloquearme la cuenta. Fue otro mazazo, pero ya me pilló resabido. Esta vez el bloqueo duró una semana.

Y hasta aquí. Releyéndolo veo que he resumido casi dos años y más de un millón de descargas en pocas líneas. Creo que sigo pecando de simplista.

Hoy el tema de monetización por publicidad está mucho más jodido. Las vacas ya no son tan gordas, donde cualquier mierda app podía sacar sus 100 eurillos al mes. Ahora tu "no tan mierda app" es fácil que se hunda en el pozo. Ahora mi app estrella sigue dándome dinero, pero sólo como testigo de lo que fue, y eso que si miro ahora mismo, hay

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que no está nada mal, ¿no?

Mucha gente rentabilizaría estos visitantes de un modo que sé que si yo lo hiciera mis usuarios huirían y se perderían como lágrimas en la lluvia (nainonaino ná). Incluso un día me llamaron de Google Admob para ver qué podíamos hacer con el volumen de usuarios que aún conservo. Un chaval español muy simpático que vive en Dublín.

 

Sigo como autónomo de momento, aunque ahora mis proyectos van por otros derroteros que tampoco es plan de desvelar (nada de trata de blancas), y complemento con cosas como regalosHipster.com, o laheliadoparda.com.

 

 

Cosas que he aprendido:

Primero, he refrescado mucho de Java y de algoritmia de la universidad.

Segundo, varias técnicas para sacar dinero (algunas ya no funcionan, otras aún, y otras seguro que me quedan por aprender).

Consejos que te puedo dar desde mi humilde experiencia, si los quieres:

- Ponte a picar piedra. Desde el sofá o la terracita no harás nada. Haz cosas. Si no hubiera hecho la mierda del GADI no hubiera podido hacer mi app en un finde ni hubiera llegado el primero. Seguro que alguien se me habría colado antes.

- Sigue picando. Yo simplemente tuve suerte, tendrías que ver mucho de mi código personal. No soy un gurú, y de hecho soy de sistemas, no programador puro. Lo que te quiero decir es que no vas a besar el santo nada más llegar.

- Primero la idea, luego la ejecución. Piensa bien la idea. Conozco gente que se ha currado juegos muy chulos técnicamente, y ha currado como jabatos para sacar un gran juego. Sólo se les ha olvidado hacerlo divertido. Luego llega alguien con una mierda como flappy birds y se forra.

- No pongas los huevos en la misma cesta. No te arrodilles ante google, que lo mismo te la clava, y sin un mimo ni nada.

- Puedes hacer una súper aplicación del copón y petarlo. Puedes copiar algo existente dándole dos vueltas. Puedes vivir del éxito de los demás como yo (ténica rémora que le llamo). Hay muchas maneras de hacer cosas, sólo depende de ponerte a picar.

 

Y creo que ya me ha salido algo demasiado tostón.

Si queréis más, os dejo una de las charlas que dí en el GDG sobre monetización, no se oye muy bien, pero seguro que la podéis seguir con las transparencias.

Y si tenéis cualquier duda, ¡avisad! Cambio asesoría por birras.

Yo volveré a mi zulo reptando entre tinieblas.

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