De vuelta
El fin de semana en la Francia ya pasó.
Hablé bastante menos francés del que deseaba, y me dí cuenta que los tiempos de clases de idiomas en el instituto quedan muy lejos.
De camino al país de la Liberté, Égalité, Fraternité estuve escuchando una variedad de éxitos de toda la vida cortesía del Dj del viaje: "hago ¡chas! y aparezco a tu lado", "compromiso" de Antonio Machín, "sopa de amor" de los hijos de la Dúrcal (o eso me han contado), "bailando" de Alaska y los pegamoides...
Y descubrí lo ameno que es viajar cantando Pimpinela.
Me reí mucho, mucho.
Y seguí riendo cuando tomé un camino erróneo y por casualidad encontramos el dichoso hotelito.
Estuve en Montpellier el sábado. Una ciudad bonita, pero como ya fuimos advertidos por dos nativos, con pocas cosas por hacer.
El domingo vimos Palavas, compré pistachos en un intermarché a siete euros por seiscientos gramos, y nos acercamos a Narbonne.
Visitamos su cementerio; intuyo que la cantidad de apellidos y nombres españoles es debido a la guerra civil.
Me encantó la catedral, me fascinó. Era enorme. El órgano era grandioso e incrustado en la pared. Creo que se me caía la babilla mirando hacia arriba... Muros perfectamente rectos, la luz que entraba por los ventanales... Seguro que más cerca hay cosas tan chulas como esas. Tengo que investigar.
También me gustó mucho el canal que atraviesa la ciudad.
Resumiendo, hablé poco francés, no comí nada de cocina francesa (¡incluso el vino era de la Rioja!) y me reí mucho.
Por cierto, desde ayer ha caído un montón de agua por la zona. En Lattes, la ciudad donde estaba el hotel han tenido que desalojar a gente, y en Montpellier ha cedido un dique... ha sido irme y oye...
Hablé bastante menos francés del que deseaba, y me dí cuenta que los tiempos de clases de idiomas en el instituto quedan muy lejos.
De camino al país de la Liberté, Égalité, Fraternité estuve escuchando una variedad de éxitos de toda la vida cortesía del Dj del viaje: "hago ¡chas! y aparezco a tu lado", "compromiso" de Antonio Machín, "sopa de amor" de los hijos de la Dúrcal (o eso me han contado), "bailando" de Alaska y los pegamoides...
Y descubrí lo ameno que es viajar cantando Pimpinela.
Me reí mucho, mucho.
Y seguí riendo cuando tomé un camino erróneo y por casualidad encontramos el dichoso hotelito.
Estuve en Montpellier el sábado. Una ciudad bonita, pero como ya fuimos advertidos por dos nativos, con pocas cosas por hacer.
El domingo vimos Palavas, compré pistachos en un intermarché a siete euros por seiscientos gramos, y nos acercamos a Narbonne.
Visitamos su cementerio; intuyo que la cantidad de apellidos y nombres españoles es debido a la guerra civil.
Me encantó la catedral, me fascinó. Era enorme. El órgano era grandioso e incrustado en la pared. Creo que se me caía la babilla mirando hacia arriba... Muros perfectamente rectos, la luz que entraba por los ventanales... Seguro que más cerca hay cosas tan chulas como esas. Tengo que investigar.
También me gustó mucho el canal que atraviesa la ciudad.
Resumiendo, hablé poco francés, no comí nada de cocina francesa (¡incluso el vino era de la Rioja!) y me reí mucho.
Por cierto, desde ayer ha caído un montón de agua por la zona. En Lattes, la ciudad donde estaba el hotel han tenido que desalojar a gente, y en Montpellier ha cedido un dique... ha sido irme y oye...
6 comentarios
n03m1 -
Eso es suerte y lo demas son tonterias.
coketa -
quedaalgunolibre? -
Aqui en Madrid, tb llueve. Alegria?? si, pero ostias se podía haber esperado a la semana que viene, no?? digo yo!!
oliva -
goldhands -
rachman -