Ducha
La vida es como una ducha.
Es la enésima analogía tonta de la vida en un mes.
Tú estás agustito bajo el agua calentita, hasta que alguien cercano a tí abre un grifo (a veces para estar agustito él) y un chorro de agua fría paralizante te recorre la espalda. A veces tienes suerte y sólo te escaldas.
Hay gente que dice que así la ducha es divertida. A mí me toca los cojones ir montado en el dragon khan de las duchas.
A veces la culpa es tuya por no haber avisado, o por meterte en el baño con la lavadora en funcionamiento.
Ayer estaba con Kami hablando sobre el instinto y el raciocinio en las relaciones personales.
Yo creo que el instinto te hace lanzarte contra las ruedas de un camión a velocidad Match1. Después está la cabezonería: sabes que está mal y que si sigues termianarás aplastado por el vehículo de seis ejes más pesado que veas. Tienes a mucha gente alrededor alertándote, incluso algunos van en tu propio coche, pero tú vas directo, a piñón fijo. Y lo peor es que no sabes por qué.
Debe ser cosa del instinto, a saber.
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