Blogia
Osiris

BCN

Por la mañana sólo recuerdo cosas sueltas: el despertador, los cereales, decirle a los cuquis "portaos bien" y los ronquidos.
La gente ronca en el tren. Yo ronco en el tren. Yo me despierto con mis ronquidos en el tren.

Normalmente el viaje de ida tiene banda sonora y con Berto Romero de fondo. Hasta que se va la señal y sólo oigo ruidos peores que los ronquidos. Con un ojo semicerrado cambio de dial pero hasta dentro de un rato no volverá a pillar señal. Cosas del tren.

Es curioso pero es llegar a Sants y abro los ojos automáticamente. Descubro que tengo una erección galopante (como los troncos de la lechuga que diría N) y me estiro y bostezo para ponerme a punto al llegar a Gràcia.
Después toca paseo hasta el metro. Por suerte suelen llevarme en volandas entre la multitud, y (por suerte también) descubro que me erección ha vuelto a ser efímera, como una metáfora de algo, no sé el qué, pero algo fijo.

En el metro la gente está triste. Es un hecho. Lo sé yo y lo sabe él. Todo el mundo está cabizbajo y lleva la cara desfigurada pensando en llegar al trabajo, yo también.

Entrar en la oficina fue un poco complicado hasta que la señora de la limpieza me dijo el código numérico que mis jefes no habían tenido tiempo de decirme.
Normalmente me hace un par de coñas, me dice lo dormido que estoy (aunque por ese entonces ya hace dos horas que me levanté de la cama) o me invita a meterme en el lavabo de chicas cuando el de chicos está ocupado. Es nuestro pequeño secreto.

Un poco después descubro que estoy todo sudado y que huelo a la par que una manada de tigres jugando al frontón en una cabina de teléfono.

Las casi nueve horas después suelen dar para muchas emociones. Tontería, impotencia, incomprensión, estupidez y a veces todo lo contrario.
Cuando me aburro de perseguir uno de los doscientos errores por las toneladas de código (provocados por haberme dado unos datos escritos por un mono con alzheimer) paso el rato asignando roles típicos a mis compañeros de curro: el pelota, el prepotente, el listo, el intransigente, el sobrao, el choteador, el que se pegará un tiro cuando le echen del trabajo, el que está ahí porque tiene que haber de todo... A veces se van turnando. A veces uno hace varios roles a la vez. A veces uno inventa nuevos roles.

Y en cuanto tocan las seis cojo mi bolsa y good bye with fresh wind!

Así que de momento no tengo mucho trato con la ciudad. Empiezo a descartar que el alcalde y las fuerzas vivas vengan a darme las llaves de la ciudad.
Además aún no he ido a vaciar el Fnac ni a hacer fotos al Parc Güell.

Después de la oficina toca metro (mierdaotravezsemehaacabaoelbonohostias) y luego esperar diez minutos en el andén. Da igual que me quede diez minutos en el trabajo, siempre tengo que esperar. El día que pierda el tren y tenga que esperarme una hora me acordaré de esta frase.
A veces encuentro a gente que está perdida, y depende del ánimo les ayudo (nunca) o no y luego me come la consciencia (el resto).
El jueves a una señora se le cayó la chaqueta subiendo al tren, bajé a la vía a por ella y noté como algo se quebraba en mi interior. Pensé que sería la cadera y que ya no estaba para estos trotes después de descoyuntarme el cuello por dormir apoyado en la ventanilla. Pero sólo me hice un siete en los pantalones, en mis pantalones Levi's, mis primeros pantalones de marca que significaron que ahora podía hacer ese tipo de cosas que antes ni siquiera me planteaba, como comprar camisas, disfrutar de unas vacaciones o irme a vivir sólo.

La hora y pico de tren la paso leyendo, esuchando música, teniendo ganas de fotografiar a las chicas que se quedan dormidas con una chaqueta por encima, ojeando lo que hace el compañero de asiento o sonriendo cuando la gente confunde sus maletas.

Cuando el tren llega a mi parada una manada de zombis con fiambreras baja del tren con la mirada perdidad. Yo subo el volumen de Los Planetas y paseo por el centro camino de casa, moviendo rítmicamente mi bolsa del Desigual con un tupper dentro con un tenedor en su interior. Sonrío cuando me cruzo con una niña pequeña con el pelo blanco cardado, y cuando llego a casa les pregunto a los cuquis y a las plantas como están.
Qué salaos.

5 comentarios

goldhands -

Ahora ya no eres de los nuestros...

Ahora eres un renegado!

Y Latino!!!!!

lidia -

vaya! así que ya te has agarrado al ritmo barcelonés! No actualizo blog desde febrero, imaginate lo aburridita que estoy en esa puta selva. I'm in reus. Me gusta tu artículo. Besitos george!

apio -

Después de 26 años viviendo en Barcelona, el fin de semana pasado fue la 1ª vez que fuy al parc Güell. Eso sí me eh dormido en todas las estaciones de todas las líneas de metro.

Úrsula -

hacer fotos en el parque guell!!!! jooooooooooo

petonets

malicia -

todos los días tren? no te desespera? yo sólo lo uso dos veces por semana y me deprime... en fin, me gusta tu vida ajetreada!

un beso!
[ya no sé que direccion poner?] :)