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Ya ha empezado el finde de la muerte: subida a La Mussara + Castillejos el sábado y Mussara + Prades el domingo.
La primera jornada ha sido con la Peña, y ya ha pasado:
en Vilaplana se ha dado el pistoletazo a 11 kilómetros de subida: "a partir de aquí, que cada perro se lama su rabo".
He subido desde atrás con C, he pasado a todo el mundo y he sido acompañado de un simpático señor que sólo hacía que hablar y decirme todo el rato "¡si esto ya está! sólo queda un kilómetro", mientras yo veía que quedaban seis marcado en el suelo.
También me han acompañado un equipo amateur de una multinacional belga, a los que realmente tampoco se les veía demasiado finos (sin ánimo de sobradez). He ido enganchándome de rueda en rueda a medida que me pasaban. Poniéndome a 190 en ocasiones. Pero esa no era mi guerra, y mi dicharachero compañero de penas me recordaba que mi pneumático hacía tres de los suyos, lo cual me consolaba relativamente.
Además cada vez que me levantaba del sillín el punzante dolor en las costillas que sufro desde la semicaída del martes me hacía sentarme de nuevo.
Cuando he llegado arriba los belgas tenían coche escoba y avituallamiento. Reían y comían plátanos. Por ese orden.
Yo he hecho medio camino hacia los repetidores (estaba en uno de los puntos más altos de la comarca, y porque no me atrevo a asegurar que sea el que más), he soltado una reconfortante meada y he consultado el móvil: había coronado el puerto de primera en 47 minutos, había fulminado mi anterior registro (de hace tres años creo recordar con mi memoria de pez) de una hora y poco.
Y miraba el móvil queriendo contárselo a alguien, para compartir la ilusión que me hace sentirme tan fuerte últimamente. Pero no sabía a quién decírselo: C, Ll y N iban detrás y los vería en breves minutos, a A no correspondía para nada y a P o L no le interesarían mis pinitos ciclistas.
Con el móvil en la mano, en mi cabeza sonaban retazos de "La buena vida":
Partiré hacia el final, no se si podré llegar
otros lo intentaron antes ya.
Es en la dificultad, donde encuentro mi lugar
con una misión por completar.
Ese es mi hábitat normal.
Como me gustaría poderte relatar, mis aventuras al llegar.
Las maravillas que encontré al acercarme al astro rey.
Cien mil estrellas que casi podría coger.
La inmensidad que contemplé.
Cuando nos perdió control y la atmósfera estalló,
nos quedo clara la situación:
se había terminado la función.
Me dabas fuerzas para continuar mi aventura espacial.
Y no te la podré contar...
Y no te lo podré contar...
A los cinco minutos han asomado N y S, luego Ll y al poco C. Seguidamente han empezado a gotear el resto.
Después de aplausos varios, camino a Castillejos buscando el almuerzo en Alforja.
Como es habitual, comida copiosa y alcohol abundante.
Y risas.
Muchas risas.
No en vano todos hemos pulverizado los tiempos del año pasado en la etapa reina, y había que celebrarlo.
Vuelta a casa y tras ver la pulsaciones dispararse quité el pulsómetro, sólo quedaba disfrutar del resto del camino y del champú fresquito.
Ducha, siesta y masajito en las piernas para que se relajen.
Mañana más y mejor.
Espero no tener la misma sensación de soledad esperando.
Aunque siempre puedo echar mano de mi ipod.
Y del dopping.
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