Y.
- Pues no sé por qué no puede ser, no te cuesta nada de nada.
- Me cuesta lo que me tiene que costar, y ya está.
- Se me ha caido un mito, que lo sepas. Eras un puto referente para mí.
- Tú nunca has tenido referentes. Y en todo caso, si los tuvieras estarían entre estrellitas y corazones.
- ¡Cuánto rencor! Los corazones no tienen nada de malo.
- Ni de bueno.
- No veo dónde está el problema.
- El problema es que son putos corazones. Los mismos que llevan las colegialas en sus agendas.
- En todo caso puedo quitarme cuando quiera.
- Entonces supongo que el verdadero problema está en que no quieres.
- Y ahora que ya no tengo referentes.
- Ni referentas. Siempre te quedarán las fantas.
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