Mi mamá me mima mucho.
Mi madre vino a echarme una mano con la casa.
De algún modo tenía un sexto sentido que le hizo darse cuenta de que la tenía un poco (mucho) dejada debido a mi espalda, mis jornadas laborales de 12 horas y mi viaje a Cádiz.
Cuando llegué a casa me había dejado una nota en la nevera. Me llamaba guarro.
Yo le escribí que la quería.
Ahora sólo tengo que volver a caerme en bici, instalar otro ERP en el trabajo e irme de viaje, para que venga y lo vea.
2 comentarios
hEZz -
¿Será cosa de madres?
kami -
Las mujeres siempre dicen que somos unos guarros, yo creo que lo que pasa es que tenemos diferentes criterios de limpieza.