Censura.
Siempre he considerado una putada enorme no poder escribir lo que me apetezca en mi blog.
De hecho he intentando mantener siempre esa libertad en esta pequeña parcela, lo cual me ha provocado no pocos y sustanciosos problemas. Pero es que entonces, ¿para qué quiero un blog?. Eso llevaría a la inquietante pregunta sobre su necesidad, pero oye, ya que estamos aquí pues p’alante, ¿no?.
El caso es que ayer borré un artículo. Y me jode. En él hablaba abundantemente (y en la genial clave de humor que me caracteriza, claro) sobre los hecho principales que me han ido ocurriendo desde hace ya más de un año. Relataba como un hecho en concreto había cambiado toda mi escala de valores social. Si es que alguna vez he tenido alguna definida, clado. Fue un hecho que yo creía necesario transmitir porque consideraba correcto y que todo el mundo a mi alrededor me aconsejaba no hacerlo. El tiempo les dio la razón y tampoco me sentí mejor persona como esperaba.
Pero eso iba en el otro artículo, no en este. En este explico como he aprendido (sólo un poco me temo) de los errores del pasado, como ya no soy tan sincero y prefiero callarme lo que pienso para no provocar iras en mi entorno. También he aprendido a no involucrarme en los problemas de los demás, para evitar dar mi opinión. El caso es no mojarse el culo e intentar comprar las truchas en el mercado.
Espero que esta vez el tiempo me dé la razón a mí. El caso es que tampoco me siento mejor persona. Debe ser que necesito algo más en mi vida. De momento probaré con unos geranios de mi señora madre, a ver si mejora el tema. Y si no siempre puedo comprar unas lámparas en el Ikea.
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